Siempre que hablamos de Ayuntamiento, casa consistorial, concejo, consistorio, etc. estamos hablando del edificio donde su administra a nuestra ciudad. Los tiempos cambian hasta el extremo que vistos los últimos acontecimientos será cosa de ampliar nuestro vocabulario del día a día. Comenzar a nombrar a las cosas por su nombre, a ser más explícitos, mas realistas y a no utilizar en ciertos casos la retórica paladina.
Vamos al grano. La verdad es que ya hace tiempo que los hayuntamientos vieron la luz. Comenzaron a florecer con la democracia hispana, incluso antes. Eran entes públicos de los que el público hablaba, comentaba, rumoreaba, cuchicheaba y en algunos círculos cotilleaban como de pasada. Siempre los comentarios, cuchicheos y rumores terminaban igual “Como no pasa nada…”
Pero mira por donde llegá un ayer… cribando, tamizando, cerniendo y filtrando… y comienza a pasar. La Justicia a la que alguien vendó los ojos por si colaba, resulta que no está ciega. Se quita la venda y comienza lo que todos los ciudadanos normales esperábamos pacientemente que pasara. Por lo que veo como esto prolifere habrá que inventar las comisarías de campaña y las mobil-celdas para albergar a los hayuntamientados de los ayuntamientos.
Da igual que se cobijen bajo unas u otras siglas porque todos pertenecen al miso rebaño. Los conocemos por verlos en todas partes durante años y años; siempre son los mismos, siempre con las mismas mentiras, falsedades, engaños, falacias y embustes, y sus habituales sonrisas, gestos y promesas. Son con reiterada frecuencia los denominados “profesionales” de la política. Arribistas del último minuto, pelotaris sin pelotas ni frontón que buscan continuamente el medro personal juntamente con su enriquecimiento sin límites ni fronteras.
Lo cierto es que siempre han existido, camuflados entre los mitines, asambleas, pasillos, salones y despachos. Los mas despabilados, despiertos y avispados cada cuatro años dibujan sus rictus de falsa alegría en carteles llamando a las urnas, urnas que son su pesebre en donde y de donde comen habitualmente.
Es evidente que la existencia de esta estirpe (los Untados) está totalmente ligada a otra de la que dependen absolutamente, la estirpe de los Untadores. Si no hay untadores, no hay untados. Los untadores son un mundo aparte, una raza superior y más difícil de atrapar, mas inteligente, falta de moral. Untan con guante blanco, anaerobio, no contaminado, estéril, pero eso sí, forrado de billetes de los que rebosan y adornan con cargos representativos. Utilizan empresas, eventos, regalos, sexo, viajes… cualquier herramienta que sirva para su fines es buena y la mas fructífera y rentable: El dinero.
Tienen tres niveles y medio a donde acudir según el momento y su codicia, avidez y ruindad. El nivel local (Ayuntamientos), el nivel autonómico (Autonomías) y el nacional (Estado). Se preguntará el lector cuál es el “y medio”: Son las Diputaciones donde viven y pernoctan habitualmente los untados, utilizándolo cual pesebre, caballeriza o establo según convenga.
Tras estas líneas tal vez nos preguntemos ¿Qué tenemos en nuestra ciudad Ayuntamiento o Hay-untamiento? Que cada cual juzgue según sus conocimientos, prudencia y saber.
Y así andamos, vibrando con un vaivén espasmódico, y a la espera de que la justicia nos libre del mal que nos aqueja: De los Untadores y de los Untados.
Por último, de los Hay-untamientos: LIBERANOS DOMINE. Así sea.
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