Hace tiempo, cuando comenzó a hablarse del asunto, comenté con varias personas que deberíamos solidarizarnos con Canarias y Baleares en el controvertido tema de las prospecciones petrolíferas que pretenden llevarse a cabo en las inmediaciones marítimas de esos lugares, porque pensamos que tarde o temprano perjudicarán al Turismo de Sol y Playa. Y no solamente al de esos archipiélagos. Aunque a los benidormenses deben preocuparnos más, obviamente, las islas más cercanas, en ambos casos se demuestra que el poder financiero a veces está por encima del poder político. Si no, no se entiende. Y que no nos vengan con milongas, porque además de a un seguro deterioro ambiental nos enfrentamos al riesgo de un posible desastre ecológico. Por eso cuando escucho al ministro Soria hablar del tema, me dan ganas de salir al balcón, al estilo Gila, y contestarle a través de un canuto: «váyase usted a hacer puñetas y no se la juegue con la mayor industria del país». Al Turismo hay que mimarlo y reforzarlo sin ponerlo nunca en peligro. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no despotricar en voz alta delante de mis acompañantes, porque este caballero ya hace hasta cuentas con supuestos estratosféricos números, como en el cuento de ‘La lechera’; intentando convencer a sus paisanos de que les está haciendo un gran favor; de que el petróleo puede ser el remedio a todas sus necesidades. Pero éstos están que trinan con el ministro.

Y lo que está claro es que si los destinos turístico-costeros importantes -y los que no lo son tanto- no nos movilizamos, si somos insolidarios, no nos quejemos después de lo que pueda venir. Porque las nuevas generaciones que cada vez están más concienciadas de que salvaguardar el medio ambiente es fundamental, prioritario y necesario para disfrutar de una mejor calidad de vida, no aceptarán viajar a lugares maltratados o con riesgo de serlo. No nos engañemos: las multinacionales del petróleo van a la suya, que consiste sólo y exclusivamente en ganar mucho dinero al precio que sea, cueste lo que cueste y les importa un pimiento que se jorobe quien tenga que jorobarse con tal de conseguir sus propósitos. Todo ello para después hacer los equilibrios que les permita la ingeniería financiera y tributar la mayor parte de sus beneficios en paraísos fiscales. Menuda panda de -vamos a anteponer ‘presuntos’, porque de buenos abogados andan sobrados- sinvergüenzas son la mayoría de ellas: frías, calculadoras y apátridas, por mucha bandera que enarbolen.

Desde estas líneas, y en mi condición de simple y humilde ciudadano de a pie, quisiera dar un pequeño toque de atención a nuestras autoridades y al Consejo Vecinal; así como a las asociaciones ecologistas y a todos cuantos sientan sensibilidad por esta cuestión -que puede costarnos el gran disgusto de nuestra vida, si no se remedia- para que antes de que sea demasiado tarde, unamos fuerzas y no permitamos que se ponga en peligro nuestro medio de vida: el nuestro y el principal de toda España. Dicen los canarios: «No dejaremos que nos compren»; y yo añado que si permitimos que estos desaprensivos -políticos y multinacionales- lleven a cabo su propósito, aunque de momento no nos afecte directamente, además de comportarnos cómoda y egoístamente, en un futuro podremos arrepentirnos. Pienso que todavía estamos a tiempo de impedir esa atrocidad: alzando la voz para que se dé marcha atrás y se pare tamaña locura.

Cecilio González
Empresario