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LEIDO EN MAGAZINE.-Low Festival de Benidorm, esto sí que es un pelotazo

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El Low Festival 2015 calienta motores. La organización confirma que tendrá lugar los días 24, 25 y 26 de julio del año próximo en las instalaciones deportivas del Guillermo Amor de Benidorm y, para celebrarlo, hasta mañana, comercializa las primeras entradas a precios reducidos: 38 euros el abono de tres días económico, 69 el VIP y 99 el ‘Vip Pool’ que, además, da acceso a la piscina municipal, prohibida esos días al común de los vecinos de Benidorm.

José Manuel Piñeiro, administrador único y propietario de Baltimore Producciones, SL, empresa propietaria de la marca ‘Low Festival’, debe de ser una de las personas más felices del mundo porque su particular gallina de los huevos de oro pone uno tras otro. Huevos dorados que la inmensa mayoría de los ciudadanos de Benidorm vemos pasar ante nuestras narices y que, diga el concejal de Eventos, Conrado Hernández, van a parar lejos, muy lejos de nuestra ciudad: al bolsillo de Piñeiro.

La Gallina de los huevos de oro

Repasemos grosso modo el cuento. El Ayuntamiento se hace cargo de los gastos del césped, 24.000 euros; SGAE, 35.000; Cruz Roja, 6.000 y cede, sin contrapartida alguna, servicios técnicos, Policía Local, Protección Civil y el nombre de la ciudad. Aunque estas cifras son aproximadas, no creo que nos desviemos mucho: 65.000 euros en cash más lo que corresponda de

 

MIQUEL-BENIDORM MAGAZINE 2personal y medios. Por su parte, Baltimore Producciones paga el caché de los grupos y la infraestructura y se encarga de la caja. Según datos contrastados con la empresa por diferentes medios de comunicación de Alicante, el Low Festival tiene un coste de producción de 2.500.000 euros y genera un impacto económico en la ciudad de hasta 12 millones. Ríase usted de los pelotazos urbanísticos en la costa. Esto sí que es beneficio y no tiene uno que pringarse de cemento, ni llevar excavadoras como los ortices o ballesteres. Y lo que es mejor, el año que viene, otro huevo de oro y así hasta el 2020, como estipula el contrato suscrito por Piñeiro con el Ayuntamiento.

El empresario Piñeiro lo tiene todo bajo control, si por él fuera no se le escaparía ni un euro del bolsillo de sus tan queridos lowers a quienes vende un vaso de plástico que cuesta 5 céntimos en China por 1,5 euros y las consumiciones tres y cuatro veces por encima del precio medio de bares y restaurantes de Benidorm. Además, para mayor gloria de San Beneficio, cobra por adelantado, convirtiéndose en banquero, hostelero y sheriff del Santo Negocio porque todo debe de pagarse con su moneda –el token, muchos de los cuales no se gastan sino que se llevan “de recuerdo” por los asistentes–, en sus establecimientos –todos los del recinto son suyos– e impide que los hambrientos y sedientos lowers acudan a otros bares y restaurantes de Benidorm al no estar permitido el acceso al recinto en determinadas horas que, mira por donde, coinciden con las de la cena.

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La pregunta del millón

Las bocas del alcalde, Agustín Navarro y del concejal de Eventos, Conrado Hernández, se llenan de elogios hacia el Low Festival y su alma mater Piñeiro. Bocas satisfechas y agradecidas por el impacto publicitario, por la calidad del espectáculo, por el target, por los pocos desperfectos y, claro está, por poder fardar de tener uno de los principales festivales de Europa ante parroquianos y forasteros. Hay que decirlo bien alto y claro: El Low Festival es lo más, el mejor festival que se realiza en España pero ¿es el festival que se merece Benidorm? La respuesta es no.

La cuenta de la vieja

Aunque los datos no sean oficiales, demos por bueno lo dicho por Piñeiro. Calculemos un impacto de 12 millones en Benidorm. El coste, sin contar la aportación municipal, 2,5 millones. Dado que la organización aprieta pero no ahoga, calculemos que entre hoteles, bares, restaurantes, comercios, etc. a Piñeiro se le han escapado 2 millones más… ¿Cuánto nos queda?: 7,5 millones limpios que, según estipula el contrato, van a parar a manos privadas: las de José Manuel Piñeiro.

¿Es esto justo para Benidorm? ¿Se merecen las familias de la Colonia Madrid tres días de dormir poco, bullicio extra y pérdida de su habitual aparcamiento a cambio de que algunos bares puedan intentar capear la crisis? ¿Se merecen los ciudadanos usuarios del Guillermo Amor 21 días sin poder acceder a las instalaciones, en temporada de vacaciones? La respuesta es no.

Conrado Hernández acusa a todo aquel que no comulga con su proyecto de festival de “no tener ni idea”. Posiblemente tenga razón. Yo no tengo ni idea de cómo organizar un festival de la magnitud del Low. Otra cosa es si Benidorm tiene o no idea de lo que es un festival. Y no voy a recordar que nuestra ciudad creció al ritmo del Festival de la Canción Española y ahí, el edil de grandes Eventos ha metido la pata hasta la médula porque ha sido vilmente engañado por quien sí sabe de festivales y sí sabe cómo extraer el máximo beneficio. Y prefiero afirmar que ha sido engañado porque creo en su buena fe y no quisiera acusarle de presunto delito alguno. ¿No creen que dejar escapar 7,5 millones al bolsillo de un particular es al menos sospechoso? Pero no, creo en su buena fe y en sus palabras cuando dice que en Benidorm hay gente que no tiene ni idea de lo que es un festival. Sí, empezando por él.

Calculen, 7,5 millones por 7 años de concesión, 52,5 millones de euros que se embolsará Baltimore Producciones, SL, de aquí al 2020 si es que alguien no pone algo de cordura y lo soluciona. 52,5 millones que tan bien irían para solucionar tantos y tantos problemas como tenemos en Benidorm y que por obra y gracia de Conrado Hernández y Agustín Navarro tendrán hipotecadas, al menos, a dos corporaciones municipales más.

Es difícil de creer que a alguien caiga en el timo de la estampita pero Hernández y Navarro han caído no una, sino siete veces seguidas. Hasta el 2020 y no nos cansaremos de repetirlo. Confiemos en que las próximas elecciones propicien el cambio que nuestra ciudad necesita y se solucione la gran metedura de pata de Navarro y Hernández. Las carcajadas de Piñeiro resuenan a lo lejos.

Había una vez un granjero que tenía una gallina que todos los días ponía un huevo de oro. Ambicioso e impaciente pensó que el animal debería de tener en su interior una gran barra de tan codiciado mineral así que decidió matarla, abrirla y quedarse con todo el mineral de golpe. Lamentablemente, tras matarla, comprobó que el animal era exactamente igual a los demás y se quedó sin oro y sin gallina.

Benidorm es la gallina de los huevos de oro, el Ayuntamiento es el granjero que ve cómo un festival es capaz de reunir en nuestra ciudad

La venta va tan bien que a la hora de redactar esta nota se habían agotado

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