Esta cafetería, punto de partida para bohemios, literatos y artistas, era una referencia, dónde muchos iban a tomar café y pasar esas largas tardes de invierno, acompañados de un libro, dentro de un lugar emblemático y único. Son como las hojas secas de otoño, que se hacen eternas.
El otro día pasé por ahí y me dió pena… pasé hasta vergüenza. Se había quedado solamente en cafetería; L’espill había dejado de ser librería, su encanto se había perdido, manteniendo las formas pero no su esencia. Allí solamente podía contemplar a un hombre extranjero, que parecía perdido por su biblioteca o lo poco que queda de ella. Igual que antes, que entrabas y respirabas literatura y arte por todos sus rincones.
Altea está lleno de bellos rincones para poder visitar, pero sin l’espill ya no será lo mismo. Ese espacio literario que le daba glamour al Paseo Marítimo, que bien podías entrar por la calle San Pedro como por la avenida Conde de Altea. Con los buenos momentos que allí pasé, cuánto te echaré de menos.
Manolo Mora
Enviado de Samsung Mobile
Categorías:Altea













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