Después de tres años, el Ayuntamiento no paraliza este vertido que se hace desde un edificio municipal.

Vicente Ivorra, concejal de Urbanismo al servicio de Gema Amor, está enfrascado en legalizar la Estación de Autobuses que con más infracciones que se conoce en este país. Fruto del compadreo entre políticos y promotores, una estación que estaba prevista para 500 metros de comercial, acabó con más de 10.000 metros cuadrados de locales. Una concesión que no ha pagado ni un solo euro de canon en los últimos diez años, que soporta una hipoteca de 23 millones de euros siendo patrimonio municipal y que se adorna con un hotel que de 75 habitaciones, ha acabado con más de doscientas. Vicente Ivorra se esfuerza en dar las licencias para borrar todo este monumento al absurdo, a la ilegalidad y a la complicidad público-privada.

En cambio, Vicente Ivorra, que también es concejal de Medio Ambiente, se olvida de estas competencias y se olvida fácilmente de la Ordenanza de Medio Ambiente. Vicente Ivorra permite que la empresa de la Estación vierta a sus anchas. Al menos, desde 2011, la Estación de Autobuses vierte aguas residuales al barranco del Derramador. La inmundicia que sale de estos edificios se distribuye libremente por uno de los parajes naturales de nuestra ciudad.

En 2011, ya se le advirtió a la empresa Enrique Ortiz e hijos de que sus vertidos debían hacerse a la red pública de alcantarillado. En marzo de 2013, Vicente Ivorra seguía permitiendo el vertido de aguas residuales. Y siguiendo con la actitud permisiva del concejal de Medio Ambiente, en mayo de 2014, la estación de autobuses sigue tirando sus aguas residuales al barranco del Derramador. Sin embargo, todo el trabajo de Vicente Ivorra se centra en legalizar todo el exceso de comerciales, habitaciones y otros locales de la empresa Enrique Ortiz e hijos.

Es inaudito que después de tres años de vertidos de agua residuales a un barranco natural lo único que se pueda hacer es ponerle una sanción de 900 euros y esperar a que recurran. Hay que resolver de forma inmediata y definitiva el vertido de aguas residuales al barranco, que perjudica los vecinos y al medio ambiente.

Mientras tanto Agustin Navarro sigue con su campaña de los excrementos caninos moliendo a los ciudadanos con multas y sanciones. Ya es hora que plante su tienda de campaña de los viernes por la estación, a ver si además de educar a los perros y a sus amos, también puede acabar con los excrementos de los autobuses.

No se puede permitir que después de tres años se sigan vertiendo aguas residuales a un barranco desde una estación de autobuses, que mal que nos pese, es de propiedad municipal.

Benidorm, a 27 de junio de 2014

JUAN ANGEL FERRER AZCONA
CONCEJAL NO ADSCRITO