No voy a recordar la crisis del petróleo de los años 70, ni la caida del muro de Berlín, ni el colapso de la antigua Unión Soviética, ni los atentados terroristas en Nueva York, Madrid o Londres, ni la brutal crisis financiera de los últimos años, ni tan siquiera las distintas primaveras en los paises islámicos, que todavía continúan.
Lo último es el resurgimiento de la gran Rusia, con Putin a la cabeza. Parece mentira que un país que hace menos de dos décadas estaba en quiebra total y donde su gente pasaba hambre y carecía de lo más básico, tenga la fuerza y poderío actual. El petróleo y el gas tienen mucho que ver en ello, han llenado las arcas del «Zar Putin» y a la vieja Europa, con Alemania a la cabeza, la tienen pillada.
Las revueltas en Ucrania y la anexión de Crimea a Rusia, no son casualidad. Las primaveras árabes tampoco lo son. Hay proyectos para nuevos gasoductos y oleoductos que suministren a Europa sin tener que depender de Rusia. Ese es el quid de la cuestión. Por eso Rusia se cubre las espaldas y acaba de firmar un acuerdo con China donde los ceros a la derecha de un número(1,2,3,…) se nos escapan.
Hay un país en un punto geoestratégico clave, que es Turquía, al que no le arriendo las ganancias; quiero decir, que no creo que tarde mucho en verse sumido en un estado grave de desestabilización. Es aliado de la OTAN y aspira a ser miembro de la Unión Europea, pero es mayoritariamente islámico. Han caido Túnez, Libia, Egipto, Siria, etc. Turquía està en el punto de mira. Europa debe apoyarla con decisión. Es un pais con màs de 70 millones de habitantes, islámico, sí, pero con una vocación europea y de enlace con Asia y Africa, total.
España tiene una ocasión de oro para jugar sus bazas geoestratégicas. El gas procedente de Argelia puede tener a España como lanzadera para Europa. Hemos de ser muy hábiles en los pasos a dar.
Todo ésto me lleva a la convicción de que debemos seguir avanzando en la apuesta por las energías renovables y alternativas a los hidrocarburos, ya no por temas ecológicos, que también, sino por cuestión de independencia energética.
A todo ésto, el gigante Chino ya no está dormido y seguro que sigue dando dando sus pasos.
Algo se cuece, a fuego muy lento: huele.

Francisco Javier Reverte Lledó