Queridos Santa, Gaspar, Melchor y Baltasar:
No os preocupéis, que no voy a meterme ni con Rajoy, ni Mas, ni Rubalcaba; ni los banqueros, ni nadie en particular. Tampoco os escribo para pediros ningún regalo para mi en estas Fiestas Navideñas. Ya tengo 58 años y se me pasó el tiempo de la ilusión por un juego de Lego, unos soldaditos, o una bicicleta. No quiero ninguna tableta nueva, ni ningún móvil de última generación, ni el último modelo de televisión; si acaso, alguna prenda de vestir que sustituya a la gastada por el uso y el tiempo. Más que nada por cumplir con las tradiciones, que siempre es bueno tenerlas.
Os escribo a los cuatro y no lo hago por pretensión ni por avaricia. Lo hago por lo dificil y complicado de mi petición. No pido para mi, ni os pido nada material, que ya sé que andáis desbordados.
Quiero pedir por mi familia, por mis amigos, por mis enemigos, si los tuviere, por los que están en paro, por los enfermos, por los que están encarcelados, justa o injustamente, por las personas dependientes, por nuestros gobernantes, por nuestros guías espirituales, sean católicos, protestantes, mahometanos, budistas o judíos, para que Dios les ilumine en los momentos difíciles y les de esa paz interior tan necesaria para encontrar la felicidad, al menos espiritual. Mi petición y deseo no es sólo para estos días tan entrañables, es para los 365 días del año.
Lo hago porque creo en vosotros, pero sobre todo sigo creyendo en los seres humanos. Entre todos y con un empujoncito vuestro, a lo mejor somos capaces de cambiar a mejor este mundo que habitamos.
Gracias de todas formas y desearos también a vosotros y a todo el mundo unas Felices Navidades.

Francisco Javier Reverte Lledó