En tiempos de Franco, cuando algún problema interior le ponía en apuros, no tardaba en montarse algún conflicto con Gibraltar para asi azuzar al pueblo, consiguiendo desviar el ruido con un tema que enervaba a la gente. Este es un viejo truco de la política: si sabes que una noticia va a ser el centro de atención y te perjudica, sacas otra que cree polémica, mientras el fuego de la otra se va apagando.
Esos métodos los utilizó Franco, pero también lo hacen nuestros vecinos de Marruecos, nuestra querida Argentina o cualquier político de turno, un tanto espabilado.
Los incidentes continuos desde este verano con nuestro peñón de Gibraltar han servido a este fin. No sólo a España, también a Gran Bretaña, donde se han encedido las pasiones nacionalistas llegando a intensos debates en las cámaras de representantes.
Un parlamentario laborista ha llegado a proponer la sobernía compartida para el peñón, que hace poco más de 10 años a punto estuvo de firmarse, en tiempos de Aznar.
Ahora es como si no tuviéramos nada y la experiencia nos dice que con el tiempo, bien gestionado, los territorios compartidos, bases militares conjuntas, y similares, acaban en manos de sus naturales y legítimos dueños ( Hong Kong, Canal de Panmà … ).
Veremos cuan hábil es nuestro ministro Margallo para que el ruido no quede sólo en eso.